Por: Ramiro Velásquez Gómez
Se hizo costumbre justificar actos o decisiones con inexactitudes. Temor o ignorancia.
Afirmaba un defensor taurino que son especie única. Obvio, como millones más. El de lidia es una raza, derivada de mínimos cambios genéticos por manejo en el tiempo. Así se producen de perros, gatos y peces.
Sostenía que «las especies salvajes tienden a extinguirse si no son semidomesticadas». ¿Qué dirán las casi 50.000 de cordados conocidas? Casi ninguna lo ha sido y andan bien.
Citaba al científico portugués Joao Da Silva, quien sostiene que no se pueden comparar sufrimientos del hombre con los del animal, «pues la estructura de éste es diferente; ya que posee una capacidad de adaptación y aguante al dolor infinitamente superior al ser humano».
No todo lo que dice un científico es científico. No he podido hallar el artículo de Da Silva sobre el tema, publicado en revista científica y revisado por pares internacionales. Si alguien lo tiene me lo remite.
Stephen Hawking puede escribir sobre agujeros negros, pero si no se basa en lo demostrado, y validado por otros, sus opiniones son anécdota. Debe decir dónde se publicó. Así se valida la ciencia: revisada por otros.
El animal es diferente en aspectos del cerebro relacionados con el dolor. El perro y el gato sienten dolor: vaya píselos. Se creía que el pez no, y Joseph Garner encontró que el goldfish sí sentía y lo publicó en Applied Animal Behaviour Science . Lynne U. Sneddon, investigadora senior de la U. de Liverpool, explica que posee neuronas sensibles a estímulos dañinos, fisiológicamente idénticos a los nervios nociceptores en humanos, hallados también en otros vertebrados. Para simplificar: esa información es aumentada y procesada en áreas como el sistema límico, y en humanos la corteza es esencial en la percepción.
Unos animales muestran respuestas reflejas como nosotros (como al tocar una cerca) y otros responden al dolor como los humanos: hasta dejan de comer.
La evidencia científica dice que animales cuentan con las conexiones para percibir y reaccionar ante el dolor sensorial y el daño.
Para aquel defensor no se puede atribuir a los animales cualidades humanas, en alusión al dolor.
Decir que sufren no es endilgarles cualidades humanas. Afirmar que ven, ¿es acaso ‘antropomorfismo’? Al taurino parece permitida la licencia de estar en las patas del toro al afirmar que tiene gran aguante, pero a los no taurinos, no. Lógica de acosados.
Marc Hauser, investigador en inteligencia y lenguaje animal con más de 200 estudios, citaba en Nature que «ha habido reportes de animales adquiriendo lenguaje, produciendo música, sintiendo empatía y enseñando, conduciendo a la conclusión de que las diferencias una vez pensadas entre humanos y animales son sólo cuestión de grados».
Apenas la semana pasada, por ejemplo, el Journal of Experimental Biology publicó estudio que muestra que las abejas reconocen caras.
Hoy se pretende meternos que la evolución preparó una raza, el toro de lidia, un Bos taurus, para que no sintiese dolor y permitiese el gozo de una minoría humana. Darwin: ¡pa’ qué no estudiaste!
Fuente: El Colombiano