Por: Carlos Andrés Naranjo-Sierra
Parece evidente pero no siempre es clara la diferencia entre comprar un animal de compañía y adoptarlo. Si usted cree que la diferencia es que por uno se paga y por el otro no, está equivocado. Allí no radica la diferencia. El contraste entre el uso del bolsillo y el corazón realmente implica otras cosas.
Las tiendas de mascotas venden perros, gatos y otras especies como pájaros y roedores, basadas en la premisa de la belleza y la ternura que nos generan los animales cuando son infantes. Las personas también buscan perros y gatos recién nacidos con el concepto comercial de «estrenar» o de que el animal no tenga «traumas» de épocas pasadas. Eso es comprar.
Adoptar en cambio implica estar dispuesto a rescatar y ayudar a un animal que se encuentra sin hogar, basado en las posibilidades económicas, de tiempo y de espacio con las que se cuenta, sin importar si es de raza, si es adulto o si sufrió algún tipo de maltrato, pues la premisa que guía la adopción es el amor, no el deseo. Cuando se ama se acepta, cuando se desea se modifica.
Si algo no cumple con nuestras expectativas, simplemente lo desechamos y buscamos en el mercado un sustituto que se acomode mejor a lo que deseamos, como un iPad o un carro. En cambio en el hecho de la adopción, estamos dispuestos a aceptar que quien necesita ayuda no siempre cumple con nuestras expectativas y estamos abiertos a la sorpresa.
Es por ello que algunas personas se tropiezan cuando intentan adoptar un animal de compañía con una actitud de compra. Realmente no quieren abrir su hogar y su corazón a un ser que lo necesita, simplemente quieren ahorrarse el dinero de la compra y/o sentir que colaboran de alguna manera. De modo que llaman a albergues y fundaciones solicitando cachorros de raza y generalmente les molesta cubrir los gastos médicos y de mantenimiento, que requieren las entidades privadas.
Comprar un animal sigue siendo una opción y no es un delito pero es una cosa muy distinta a adoptar. Si de verdad quiere adoptar un perro o un gato, es mejor que esté preparado ayudar en lo que necesita la vida y no en lo que usted desea. Finalmente de eso se trata la ayuda, de servir como escalera para que otros dejen de arrastrarse y no para que nosotros nos paremos encima de ellos.