Qué complejas las relaciones humanos-animales. Unos nos gustan, otros no. A algunos les tenemos miedo irracional, a otros bien fundado. Quedan aún muchos prejuicios, producto quizás del miedo a lo desconocido: no lo toque. ¡Cuidado con ese gusano! Hay gran desconocimiento. Por ejemplo, persiste la creencia entre muchas personas, independiente de estrato social, de que los gatos transmiten mil y una enfermedades.

A otros los vemos sólo como alimento y nada más. Varios son para perseguir a muerte: cucarachas, moscas y ratones.

Los hay también que curan. O esa es quizás una complicidad más persona-animal. Un perro o un gato alivian la soledad de un adulto. Que los caballos, los delfines y otros vertebrados son una bendición para niños con Down. ¿Será que sí alivian?

Podría ser obvio para quien convive con una mascota, pero lo obvio no siempre es verdad. Necesita validación, aunque podría darse el efecto placebo: creo que me alivian y punto.

En los últimos meses de 2010, Hal Herzog, profesor de Psicología de la Universidad de North Carolina, se vino con su libro Some We Love, Some We Hate, Some We Eat . Un capítulo analiza si los animales tienen efectos benéficos en la salud, concluyendo que tenemos que ser muy apasionados para creérnoslo.

En Companion Animals in Human Health , un libro de 1998, editado por Cindy Wilson y Dennis Turner, se presentan investigaciones sobre el asunto. En él, T. Garrity y Lorann Stallones evaluaron 25 estudios sobre los beneficios de los animales en la calidad de vida de las personas, para concluir que los hallazgos sobre los beneficios son consistentes y evidentes en «los niveles psicológicos, físicos, sociales y del comportamiento».

Otro estudio halló que los triglicéridos eran 13 por ciento menores y el colesterol 2 por ciento menos entre quienes compartían con mascotas, no significativo pero sí importante en términos de salud pública, hallándose además que quienes tenían estos animales de compañía visitaban menos los servicios de salud.

Se ha reportado que es mayor la supervivencia de personas con infarto coronario que tienen mascotas. En todos estos casos, valga aclarar, se entiende que el beneficio se da cuando existe un lazo estrecho con el animal, no cuando este les pertenece a todos.

Herzog considera que no se da publicidad a estudios en los que se muestra un efecto negativo de los animales, mostrando casos como el de personas con síndrome de fatiga crónica, que se sienten tan deprimidos con o sin mascota, según estudio de Deborah Wells en Belfast.

Considera que la mayoría de los estudios sobre el beneficio de los animales en la salud humana, carecen de rigor y cita un análisis de la Universidad de Utah que habría hallado que 39 de 250 tenían datos rigurosos.

Entonces, ¿sí curan? Como en religión, cuestión de fe. Y de vivencias personales. Por lo pronto, qué mejor antiestresante que conversar con Buggy, mi amigo gato. Eso ya es mucho. ¿Le sucede igual?

Fuente: Elcolombiano.com

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