Por: Frida Bergsten y Beatriz María Arango

Una historia de dolor y esperanza. Una mamá, un papá y un pichón. Una familia de guacamayos en El Poblado. ¿Raro? Sí, pero es Medellín y acá todo es posible.

Fue este lunes cuando los habitantes de una unidad en El Poblado se asombraron por una visita muy especial, colorida y hermosa: unos guacamayos.

«Ahí estaban los padres en un árbol al lado de la portería, pero el pichoncito se enredó en un bambú, al frente. Seguramente estaba haciendo su primer vuelo», dijo una empleada de la unidad.

Al ratito llegó la Policía Ambiental, pero cuando trataron de bajar al recién nacido, casi igual de grande que los padres, se les cayó y se lesionó. En una cajita de cartón, el «bebecito» pasó la noche, abajo del árbol, donde los padres se acurrucaban y le trataban de dar comida.

Por la lesión, el pichón fue recogido por una veterinaria. El dolor de la pareja, unos guacamayos tricolores que fácilmente se pueden confundir con la bandera de Colombia, fue enorme. Quedaron sin pichón y completamente despechados. Llorando y protestando, ¿dónde está nuestro pichón?, ¿quién se lo llevó?

¿Raro?… No, así sería la reacción de cualesquier padres, humanos o animales.

Desde el lunes, cuando ocurrió la triste noticia, mamá y papá guacamayos han vuelto todos los días a la unidad. Madrugan y llegan alrededor de las 5.30, se quedan un poco, lloran, se «abrazan» y luego se van y visitan las otras torres y árboles de El Poblado, pero al final siempre regresan al mismo sitio, en donde se les «perdió» el bebé. Siempre con lamentos y con la misma esperanza de encontrar a su pichón adorado. Una imagen que ha conmovido a todos.

A salvo
En este momento, el pichoncito se encuentra en el CAV -Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre- del Área Metropolitana (en Barbosa), donde lo revisan especialistas.

Qué alegre sería trasmitirles a los padres guacamayos que su pichón está a salvo, en las mejores manos para, por lo menos, disminuir su llanto y desconsuelo.

Alejandro González Valencia, subdirector Ambiental del Área Metropolitana, cuenta que, «el animal está en tratamiento y observación, bajo la lupa del grupo de profesionales y se espera que en corto tiempo pueda ser integrado al grupo de animales en las plataformas de reubicación». Esto con apoyo del Ciffa -Comité Interinstitucional de Fauna y Flora de Antioquia-.

Un guacamayo que nace en medio de árboles y edificios de una ciudad es igual de extraño que una palmera en Noruega o un elefante en Estonia. Medellín es único en el mundo con esto, con el hecho de poder disfrutar de hermosos animales como los guacamayos y los loros, conviviendo con los humanos en medio de edificios.

Esta ave no se reproduce en cautiverio y además es monógama, es decir, una vez escoge su pareja, permanece junto a ella toda la vida.

José Bernardo Barreiro Luna, comunicador social del Parque Zoológico Santa Fe, de la Sociedad de Mejoras Públicas, cuenta que «en 1998 se instalaron unos nidos en madera en el Zoológico y se liberó un grupo de guacamayos y loros para que se reprodujeran».

El experimento tuvo mucho éxito y por eso hay tantas guacamayas en Medellín.

«Es increíble el amor tan grande que les tienen en Medellín a las loras y a los guacamayos, los cuidan como tesoros. Y si queremos seguir teniéndolos en la ciudad hay que sembrar más palmeras, que es donde se suelen reproducir», cuenta José Bernardo Barreiro.

Una historia sorprendente que habla de ese Medellín único, en donde hasta una familia de guacamayos lucha con la esperanza de estar de nuevo con su pichón y que invita a que la gente siga cuidando estas especies, pues sólo así jamás se irán y los habitantes podrán disfrutar de sus coloridos y exóticos plumajes.

Fuente: Elcolombiano.com

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