Por: Stéphane Meder Vincileoni
La elección y posterior adquisición de un perro, resulta del placer de convivir con un ser vivo cuya estética, agilidad y graciosidad nos ha conquistado. Pero hay ciertas conductas que no compaginan con la idea humana de una relación placentera. Entre ellas: El ladrido, la falta de aseo (realización de necesidades en lugares impropios) , la agresión (gruñir, morder, pellizcar), el robo (comida), hurgar (botes de basura, macetas, jardín), los saltos (al llegar a casa), las fugas, las persecuciones (carros, personas en bicicleta), destrozos (plantas, muebles, objetos personales, ropa) , seguimiento, etcetera.
Ya que son comportamientos inapropiados para muchos dueños de perros que ocasionan una fractura en la relación humano-animal con la consiguiente perdida del placer que se obtiene al convivir con un ser vivo y representa una fuente de conflicto:
1) Al interior mismo de la familia y con las amistades que se manifiestan por inseguridad como lo muestran los correos electrónicos recibidos de propietarios de mascotas bebés; niños; esposa; esposo; pertenencias; visitas de familiares y amigos.
2) Con los vecinos molestias que son motivo de quejas directas primero, posteriormente veladas y por último presentación de una demanda ante la administración del edificio o conjunto residencial y/o ante un juzgado.
Estos problemas tienen soluciones:
Soluciones humanas que permitirán restablecer una relación armoniosa perro-humano y familiar sin necesidad de recurrir a castigos para prolongar el placer que se obtiene desde el momento en que se decide tener un perro para disfrutar de su compañía.
¿Por qué sin castigo?
El castigo representa una agresión para el perro. Si no es correctamente aplicado como sucede en la mayoría de los casos habrá quedado sin efecto (por ejemplo el propietario castiga a destiempo o llama a su perro después para acariciarlo).
Aún cuando este es «correctamente aplicado» (durante la secuencia comportamental inapropiada) representa también una agresión que puede desencadenar una respuesta agresiva por parte del animal. Esta es un efecto secundario del castigo como ha podido demostrarse con tasas de recaídas de 50 % y hasta 75 % (con collares eléctricos, collares de ultrasonido o con chorro a presión de agua sobre el animal).
Así el castigo plantea problemas no solamente éticos sino también técnicos: sus efectos no son remanentes (esto es: no son duraderos), es obligatorio aplicarlo en fracciones de segundos después de la falta cometida.
¿Por qué soluciones humanas?
Porque estamos conviviendo con un ser vivo y sobre el plano humano los animales merecen que se les atienda con todas las atenciones debidas de las que somos capaces los seres humanos, tomando en cuenta de que deben ser socializados y jerarquizados en el medio en que se desarrollarán y vivirán para que puedan disfrutarse plenamente. Este medio debe ser a su vez estimulante para una convivencia sana y armoniosa con la familia.
¿Cuales son esas soluciones humanas?
Los descubrimientos más recientes en materia de comportamiento animal muestran que es preferible sorprender al perro durante un comportamiento inapropiado. «No hay que infligirle una sensación dolorosa», para no condicionarlo de manera agresiva en contra de la persona o la causa que desencadena la secuencia comportamental inapropiada.
Así los estímulos dolorosos han sido sustituidos por estímulos llamados disruptivos que ofrecen varias ventajas:
- No provocan dolor : por lo que no hay ninguna sensación traumatizante
- Eficacia muy alta : 80 % por ciento de los perros son corregidos
- Sin peligro : no se presentan efectos secundarios.
¿Qué es el estímulo disruptivo?
El concepto de estímulo disruptivo proviene de las teorías que modelan las secuencias comportamentales. Se trata de un estímulo discordante que rompe con el encadenamiento de los actos de una secuencia. Conlleva una fase de expectativa que puede permitir orientar al animal hacia otra actividad (deseada).
Este efecto disruptivo es obtenido gracias a dispositivos muy sofisticados que se colocan con un collar al perro. Estos se accionan a través de un micrófono, control remoto o señal radio de baja frecuencia.
Estos dispositivos al accionarlos vaporizan oxígeno con citronela como aromatizante sin perjuicio de la salud del perro, del medio ambiente, ni de los humanos.
La concentración de la citronela en la mezcla de gas propulsor y oxígeno vaporizada es de menos de 0.005 %. El efecto disruptor sobreviene al momento de la vaporización que el perro escucha, siente, ve y huele.
Evite tomar una decisión penosa, triste y dolorosa para usted y su familia
En las grandes urbes el ladrido territorial representa un motivo de queja frecuente por el cual nos conminan a abandonar el departamento (en edificio), la casa (fraccionamientos residenciales) o en separarnos de nuestra mascota o regalón. El separarse de la mascota puede ser efectuado mediante sacrificio del animal por un Médico Veterinario o por abandono a un refugio cuando estos existen : representa para muchos una gran perdida afectiva y dolor). Cuando se vive en casa no es raro que vecinos molestos envenenen a nuestro pobre animalito (generalmente nuestra intervención es demasiada tardía cuando llegamos a darnos cuenta y al llevarlo con el Médico Veterinario la mascota fenece en la mayoría de los casos en el trayecto salvándose muy pocos con la agravante de que se desconoce el tipo de veneno: representa para muchos una gran perdida afectiva y dolor).
¿Cómo se manifiesta el ladrido territorial?
Los perros territorialistas le ladran a quién pase sea en un edificio o en una casa corriendo por la cerca o la azotea ocasionándole un susto a la persona que esta subiendo por las escaleras o caminando tranquilamente por la calle. Usted puede solucionar este comportamiento inapropiado, evitarse molestias con sus vecinos o con los peatones y así disfrutar de su mascota.
*MVZ Stéphane Meder Vincileoni – Residente en Canadá – 1960 Rue Lemay – St-Hyacinthe (QC) – TE: (450) 771-0955 – Consultor en comportamiento animal para la Industria Veterinaria.- Clínico en comportamiento animal en el Hospital Veterinario Canii-Felis – St-Hubert – Québec – Canadá – Hospital Veterinario Cani-Felis – www.foyel.com/etologia